A veces recuerdo cómo era mi comunicación hace unos años y me parece mentira todo lo que ha cambiado y cómo, de este modo, he mejorado mi relación con lo que me rodea. Todo esto me permite conocerme un poco mejor y tener mayor bienestar emocional.
También pienso en el camino por recorrer y en que ello me traiga una vida todavía mejor.
Hoy quiero hablarte de la empatía, una cualidad o habilidad de la que se habla en ocasiones de manera superficial o poco acertada. Te contaré el origen y desarrollo de su significado, qué implica y qué puede permitirte lograr a nivel de comunicación. Y haré un recorrido sobre las diferentes teorías que han abordado la empatía como constructo íntimamente relacionado con el desarrollo de la personalidad y la relación con las demás, entre otras cuestiones.
Voy a permitirme empezar diciendo lo que no es empatía, no se trata solo de ponerse en el lugar del otro y listo. Ojalá fuese tan sencillo. Decir que esto es la empatía es como decir que alguien que escucha sin interrumpir ni intervenir hace escucha activa.
Ahora sí, vamos con lo que sí es la empatía, para que entendamos el porqué del inmenso poder que tiene en diversos contextos y por qué su estudio se mantiene muy activo año tras año desde diversas áreas y campos de estudio como son: la educación, la atención a la salud o los entornos organizacionales.
La palabra empatía proviene etimológicamente de su raíz griega ∏αθεûv, epathón, sentir, y del prefijo εv, preposición que significa dentro.
El término “empathy”, significaba para Tichener (1909) inicialmente algo como “sentir adentrándose en el otro, compenetrarse”.
Continuemos con algunas teorías que pueden ayudar a comprender mejor este concepto.
Por supuesto, voy a hablarte de Freud. Él estudia los conceptos de empatía e identificación. Para Freud el “animal humano” tiene el deseo de identificarse para construir su estructura personal, ello, yo y superyó. Para evitar la ansiedad que le produce no tener desarrollada la personalidad. Le resulta más fácil al modelar la conducta en comparación con la de otro ser humano.
Según Freud, el éxito de nuestras identificaciones durante los primeros años de vida nos permite adquirir un sentido de nuestra propia identidad. Al contrario, no contar con referentes o no realizar estas identificaciones nos impide lograrlo.
La teoría de Role-Taking de G. Mead incorpora la importancia de la influencia de los factores sociales y las relaciones interpersonales. Los canales de comunicación de este proceso empático, son cognitivos y no dependen de la imaginación.
Se trata de sentir lo que siente la otra persona de un modo más cognitivo que emocional. Sucede porque nos interesa conocer las ideas de las personas que nos rodean y qué imagen tienen de nosotras, así podemos anticiparnos a sus comportamientos y comprenderlos mejor. Al mismo tiempo nos facilita la tarea de auto-comprendernos. En estos procesos el lenguaje y la comunicación son piezas fundamentales.
J.L. Moreno (1914) considera la empatía como habilidad social:
“Un encuentro de dos frente a frente; y cuando tú estés cerca, yo tomaré tus ojos y en su lugar colocaré los míos, y tú tomarás mis ojos, en su lugar pondrás los tuyos; entonces yo miraré en ti con tus ojos y tú mirarás en mí con los míos”.
Belleza absoluta en esta definición, no creo que sea posible describirlo mejor.
Otros autores consideran la empatía como una capacidad innata.
Para Ferenczi, discípulo de Freud, la habilidad empática reside en el subconsciente. Toda persona tiene una potencialidad innata para la sensibilidad empática, independiente de la experiencia consciente.
Para Adler la empatía nace de ese sentimiento innato de carácter social, por el cual podemos conocer los sentimientos ajenos.
Con frecuencia las personas empáticas tienen una relación especial con lo que les rodea. Si has leído todo lo anterior te será fácil identificar a personas de tu entorno que poseen esta cualidad o habilidad interpersonal.
No existe un tipo o perfil específico, lo lamento, pero sí un conjunto de competencias que les hace posible esa comprensión de la otra persona y esa interpretación tan ajustada a su realidad.
Algunas de esas competencias, para mí las 3 principales son:
Parece que el mejor modo de desarrollar la empatía es tener la intención y la atención necesaria. El primer paso es tener una visión abierta a lo que te rodea. Dejar de lado el prejuicio, ser tolerante y tener respeto hacia las demás.
Asumir que no se sabe todo ni se está por encima de los demás es requisito imprescindible, para mejorar en empatía y, en general, como “animal humano”.
Una sociedad en la que la empatía es considerada un valor y se alimenta, será a la fuerza una sociedad cohesionada. Los problemas ajenos se viven como propios.
Te pongo un ejemplo de esto que me sucedió hace unos días.
Estaba leyendo una publicación de una red social en la que la autora opinaba sobre una campaña del cáncer de próstata. En el cartel aparecía un hombre y el mensaje era algo así como “esto sí es cosa de hombres”. Puedes imaginar que el área de comentarios era todo un partido de pin pon en cuanto a opiniones y respuestas.
¿Sabes qué pensé yo? Lo importante de ese anuncio para mí era que de nuevo se pintaba la situación problema como de una parte de la población, cuando la realidad es que un cáncer, sea cual sea el tipo, afecta y devasta todo lo que le rodea.
Así que, es cosa de todas y todos, combatirlo, afrontarlo, luchar para que se invierta en investigación, reivindicar los derechos de quienes lo han padecido y tienen secuelas, cuidar de los menores que perdieron por él a sus mapas y papás, etc. Eso puede ser empatía, porque está claro que aquí no es ponerse en el lugar del otro, yo jamás podré sentir ni de cerca lo que sufre una persona con cáncer, sea hombre o mujer.
Podemos no estar de acuerdo con esto, lo sé.
La empatía implica tener una visión global de las cosas que va mucho más allá de mí y mis circunstancias, y eso a veces puede ser algo duro, te lo explico mejor a continuación.
Si entendemos la empatía como indicaba al principio, como una especie de don que te permite tomar el cuerpo y la mente de otra persona, o ponerte en su lugar de un modo literal, imagina el sufrimiento. Por suerte, la empatía es otra cosa y no tiene porqué suponer un problema. No, no se es demasiado empático igual que no se es demasiado buena persona ni cosas del estilo.
Así que no temas aumentar y mejorar tu empatía, te permitirá alcanzar más éxitos que otra cosa. Y, si te soy sincera, pienso que temer sufrir por ser demasiado sensible a las penas ajenas es una especie de excusa para no atreverse a sentir.
Olmedo Carrillo, P. y Montes Berges, B. (2009). Evolución conceptual de la Empatía. Departamento de Psicología. Universidad de Jaén.
Ribes, E. (2018). El estudio científico de la conducta: una introducción a la teoría de la psicología. El Manual Moderno.